Valparaiso y Viña del Mar
Hacia 6 días que estaba esquiando a diario y esa mañana daban niebla y mal tiempo en pistas, así que decidí pasar el día visitando Valparaiso. La segunda ciudad más importante de Chile.
La autopista me llevó en una hora y media hasta Viña del Mar, unos kilometros al norte de Valparaiso. A medida que me acercaba el paisaje estepario de la meseta central Chilena fue cambiando a bosques de eucaliptos. Me recordó algunas zonas de Galicia. Viña del Mar me pareció una ciudad costera turística como Benidorm, con rascacielos de apartamentos junto al mar. Ningún elemento destacable ni histórica ni arquitectónicamente hablando, la atravesé mientras contemplaba por vez primera el Pacifico, muy calmadito. Resiguiendo la costa, que esta totalmente poblada, llegué a Valparaiso en 10 minutos. La vista de la bahia, al doblar un recodo era espectacular y reconocí de inmediato los cerros que la rodean con sus casitas, chabolitas, de todos los colores. Valparaiso tampoco conserva ningún resto histórico colonial, ha sido arrasada por terremotos en tres ocasiones y por incendios en cuatro. El centro es feo con ganas y la zona portuaria lo degrada totalmente. Me interné en el ultimo cerro, “el camino de la pólvora”, para ver mejor la ciudad desde lo alto. Así a primera vista parece bonita cuando la ves desde lejos, pero en proximidad la verdad es que respira pobreza. De hecho mi guía describe a Valparaiso como una ciudad decadente, con una economía venida a menos y cuya única riqueza es la actividad portuaria, que encima esta fiscalizada por el gobierno central sin que el producto de su actividad recaiga en la municipalidad. Es una ciudad deficitaria que vive del sostenimiento federal y tiene el indice de desempleo más alto de Chile. Un poco deprimido por las vistas me refugié en un meson que anunciaba buenas empanadas y me tomé una cerveza con una empanada de carne. Después de visitar el Museo Militar, que tiene interés por que describe los avatares de la ciudad desde la época colonial, puse rumbo a casa. Llegué a las seis. Buena hora para ir al super y preparar la cena.
